"En los días de Francisco Primero, sabios y benévolos gigantes recorrían los campos y una de sus funciones primordiales era librar al mundo de pedantes, necios y escritores sin talento meándoles desde las alturas."
Poeta francés nacido en Charleville en 1854.
Mostró desde pequeño un gran talento para la literatura. Muy joven
se trasladó a Paris donde trabó amistad con importantes poetas de la época, especialmente con Paul Verlaine con quien sostuvo una tormentosa relación amorosa que terminó dos años después a raíz de serias disputas entre ambos. De esta época datan las primeras publicaciones "El barco borracho" en 1871 y "Una temporada en el infierno" en 1873.
Su obra, de marcado tono simbolista e irreverente, está profundamente influida por Baudelaire, por su interés en el ocultismo, en la religión y en la exploración sobre el subconsciente individual.
La vida licenciosa lo obligó a dejar por algún tiempo la poesía, viajó por Europa, se dedicó al comercio en el Norte de África y a su regreso a Paris en 1891 ya había sido publicada su obra "Iluminaciones" en 1886. Falleció en noviembre de 1891.
Jean Nicolas Arthur Rimbaud fue uno de los más grandes poetas franceses, adscrito unas veces al movimiento simbolista, junto a Mallarmé, y otras al decadentista, junto a Verlaine.
Película Biográfica con Leonardo Dicaprio
- Adiós - Una Temporada en el Infierno - Arthur Rimbaud
Antaño, si lo recuerdo bien... - Una Temporada en el Infierno
A la música
Plaza de la Estación, en CharlevilleA la plaza que un césped dibuja, ralo y pobre,y donde todo está correcto, flores, árboles,los burgueses jadeantes, que ahogan los calores,traen todos los jueves, de noche, su estulticia.-La banda militar, en medio del jardín,con el vals de los pífanos el chacó balancea:-Se exhibe el lechuguino en las primeras filasy el notario es tan sólo los dijes que le cuelgan.Rentistas con monóculo subrayan los errores:burócratas henchidos arrastran a sus damasa cuyo lado corren, fieles como cornacas,-mujeres con volantes que parecen anuncios.Sentados en los bancos, tenderos retirados,a la par que la arena con su bastón atizan,con mucha dignidad discuten los tratados ,aspiran rapé en plata , y siguen: «¡Pues, decíamos!...»Aplastando en su banco un lomo orondo y fofo,un burgués con botones de plata y panza nórdicasaborea su pipa, de la que cae una hebrade tabaco; -Ya saben, lo compro de estraperlo.Y por el césped verde se ríen los golfantes,mientras, enamorados por el son del trombón,ingenuos, los turutas, husmeando una rosaacarician al niño pensando en la niñera...Yo sigo, hecho un desastre, igual que un estudiante,bajo el castaño de indias, a las alegres chicas:lo saben y se vuelven, riéndose, hacia mí,con los ojos cuajados de ideas indiscretas.Yo no digo ni mú, pero miro la carnede sus cuellos bordados, blancos, por bucles locos:y persigo la curva, bajo el justillo leve,de una espalda de diosa, tras el arco del hombro.Pronto, como un lebrel, acecho botas, medias...-Reconstruyo los cuerpos y ardo en fiebres hermosas.Ellas me encuentran raro y van cuchicheando...-Mis deseos brutales se enganchan a sus labios...
El ángel y el niño
El nuevo año ha consumido ya la luz del primer día;luz tan agradable para los niños, tanto tiempo esperada y tan pronto olvidada,y, envuelto en sueño y risa, el niño adormecido se ha callado...Está acostado en su cuna de plumas; y el sonajero ruidoso calla, junto a él, en el suelo.Lo recuerda y tiene un sueño feliz:tras los regalos de su madre, recibe los de los habitantes del cielo.Su boca se entreabre, sonriente, y parece que sus labios entornados invocan a Dios.Junto a su cabeza, un ángel aparece inclinado:espía los susurros de un corazón inocente y, como colgado de su propia imagen,contempla esta cara celestial: admira sus mejillas, su frente serena, los gozos de su alma,esta flor que no ha tocado el Mediodía :«¡Niño que a mí te pareces, vente al cielo conmigo! Entra en la morada divina;habita el palacio que has visto en tu sueño;¡eres digno! ¡Que la tierra no se quede ya con un hijo del cielo!Aquí abajo, no podemos fiamos de nadie; los mortales no acarician nunca con dicha sincera;incluso del olor de la flor brota un algo amargo;y los corazones agitados sólo gozan de alegrías tristes;nunca la alegría reconforta sin nubes y una lágrima luce en la risa que duda.¿Acaso tu frente pura tiene que ajarse en esta vida amarga, las preocupaciones turbarlos llantos de tus ojos color cielo y la sombra del ciprés dispersar las rosas de tu cara?¡No ocurrirá! te llevaré conmigo a las tierras celestes,para que unas tu voz al concierto de los habitantes del cielo.Velarás por los hombres que se han quedado aquí abajo.¡Vamos! Una Divinidad rompe los lazos que te atan a la vida.¡Y que tu madre no se vele con lúgubre luto;que no mire tu féretro con ojos diferentes de los que miraban tu cuna;que abandone el entrecejo triste y que tus funerales no entristezcan su cara,sino que lance azucenas a brazadas,pues para un ser puro su último día es el más bello!»De pronto acerca, leve, su ala a la boca rosada...y lo siega, sin que se entere, acogiendo en sus alas azul cielo el alma del niño,llevándolo a las altas regiones, con un blando aleteo.Ahora, el lecho guarda sólo unos miembros empalidecidos, en los que aún hay belleza,pero ya no hay un hálito que los alimente y les dé vida.Murió... Mas en sus labios, que los besos perfuman aún, se muere la risa,y ronda el nombre de su madre;y según se muere, se acuerda de los regalos del año que nace.Se diría que sus ojos se cierran, pesados, con un sueño tranquilo.Pero este sueño, más que nuevo honor de un mortal,rodea su frente de una luz celeste desconocida,atestiguando que ya no es hijo de la tierra, sino criatura del Cielo.¡Oh! con qué lágrimas la madre llora a su muerto¡cómo inunda el querido sepulcro con el llanto que mana!Mas, cada vez que cierra los ojos para un dulce sueño,le aparece, en el umbral rosa del cielo, un ángel pequeñito que disfrutallamando a la dulce madre que sonríe al que sonríe.De pronto, resbalando en el aire, en tomo a la madre extrañada,revolotea con sus alas de nievey a sus labios delicados une sus labios divinos.
El baile de los ahorcados
En la horca negra bailan, amable manco,bailan los paladines,los descarnados danzarines del diablo;danzan que danzan sin finlos esqueletos de Saladín.¡Monseñor Belzebú tira de la corbatade sus títeres negros, que al cielo gesticulan,y al darles en la frente un buen zapatillazoles obliga a bailar ritmos de Villancico!Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:como un órgano negro, los pechos horadados ,que antaño damiselas gentiles abrazaban,se rozan y entrechocan, en espantoso amor.¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza ,trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!Todos se han despojado de su sayo de piel:lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:parecen, cuando giran en sombrías refriegas,rígidos paladines, con bardas de cartón.¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!y responden los lobos desde bosques morados:rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno...¡Zarandéame a estos fúnebres capitanesque desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,un rosario de amor por sus pálidas vértebras:¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! .Y de pronto, en el centro de esta danza macabrabrinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,llevado por el ímpetu, cual corcel se encabritay, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,crispa sus cortos dedos contra un fémur que crujecon gritos que recuerdan atroces carcajadas,y, como un saltimbanqui se agita en su caseta,vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.En la horca negra bailan, amable manco,bailan los paladines,los descarnados danzarines del diablo;danzan que danzan sin finlos esqueletos de Saladín.
La brisa
En su retiro de algodón,con suave aliento, duerme el aura:en su nido de seda y lana,el aura de alegre mentónCuando el aura levanta su ala,en su retiro de algodóny corre do la flor lo llamasu aliento es un fruto en sazón.¡Oh, el aura quintaesenciada!¡Oh, quinta esencia del amor!¡Por el rocío enjugada,qué bien me huele en el albor!Jesús, José, Jesús, María.Es como el ala de un halcónque invade, duerme y apaciguaal que se duerme en oración.
Versión de Andrés Holguín¡La hemos vuelto a hallar!...
¡La hemos vuelto a hallar!¿Qué?, la Eternidad.Es la mar mezcladacon el sol.Alma mía eterna,cumple tu promesapese a la noche solitariay al día en fuego.Pues tú te desprendesde los asuntos humanos,¡De los simples impulsos!Vuelas según..Nunca la esperanza,no hay oriente.Ciencia y paciencia.El suplicio es seguro.Ya no hay mañana,brasas de satén,vuestro ardores el deber.¡La hemos vuelto a hallar!-¿Qué?- -La Eternidad.Es la mar mezcladacon el sol.Versión de Umberto Toso
Ofelia
IEn las aguas profundas que acunan las estrellas,blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio,flota tan lentamente, recostada en sus velos...cuando tocan a muerte en el bosque lejano.Hace ya miles de años que la pálida Ofeliapasa, fantasma blanco por el gran río negro;más de mil años ya que su suave locuramurmura su tonada en el aire nocturno.El viento, cual corola, sus senos acariciay despliega, acunado, su velamen azul;los sauces temblorosos lloran contra sus hombrosy por su frente en sueños, la espadaña se pliega.Los rizados nenúfares suspiran a su lado,mientras ella despierta, en el dormido aliso,un nido del que surge un mínimo temblor...y un canto, en oros, cae del cielo misterioso.II¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve,muerta cuando eras niña, llevada por el río!Y es que los fríos vientos que caen de Noruegate habían susurrado la adusta libertad.Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,en tu mente traspuesta metió voces extrañas;y es que tu corazón escuchaba el lamentode la Naturaleza –son de árboles y noches.Y es que la voz del mar, como inmenso jadeorompió tu corazón manso y tierno de niña;y es que un día de abril, un bello infante pálido,un loco miserioso, a tus pies se sentó.Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca! .Te fundías en él como nieve en el fuego;tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.–Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul.IIIY el poeta nos dice que en la noche estrelladavienes a recoger las flores que cortaste ,y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis.
Primera velada
Desnuda, casi desnuda;y los árboles cotillasa la ventana arrimaban,pícaros, su fronda pícara.Asentada en mi sillón,desnuda, juntó las manos.Y en el suelo, trepidaban,de gusto, sus pies, tan parvos.-Vi cómo, color de cera,un rayo con luz de frondarevolaba por su risay su pecho -en la flor, mosca ,-Besé sus finos tobillos.Y estalló en risa, tan suave,risa hermosa de cristal.desgranada en claros trinos...Bajo el camisón, sus pies-¡Basta, basta!» -se escondieron.-¡La risa, falso castigodel primer atrevimiento!Trémulos, pobres, sus ojosmis labios besaron, suaves:-Echó, cursi, su cabezahacia atrás: «Mejor, si cabe...!Caballero, dos palabras...»»-Se tragó lo que faltabacon un beso que le hizoreírse... ¡qué a gusto estaba!-Desnuda, casi desnuda;y los árboles cotillasa la ventana asomaban,pícaros, su fronda pícara.
Versión de Andrés Holguín
SensaciónIré, cuando la tarde cante, azul, en verano,herido por el trigo, a pisar la pradera;soñador, sentiré su frescor en mis plantasy dejaré que el viento me bañe la cabeza.Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:pero el amor sin límites me crecerá en el alma.Me iré lejos, dichoso, como con una chica,por los campos , tan lejos como el gitano vaga.Marzo de 1870Versión de Andrés Holguín
¡Si volviera el tiempo, el tiempo que fue!
Porque el hombre ha terminado, el hombrerepresentó ya todos sus papeles.En el gran día, fatigado de romper los ídolos,resucitará, libre de todos sus dioses,y, como es del cielo, escrutará los cielos.El ideal, el pensamiento invencible, eterno,todo el dios que vive bajo su arcilla carnalse alzará, se alzará, arderá bajo su frente.Y cuando le veas sondear el inmenso horizonte,vencedor de los viejos yugos, libre de todo miedo,te acercarás a darle la santa redención.Espléndida, radiante, del seno de los mares,tú surgirás, derramando sobre el Universocon sonrisa infinita el amor infinito,el mundo vibrará como una inmensa lirabajo el estremecimiento de un beso inmenso...El mundo tiene sed de amor: tú la apaciguarás,¡oh esplendor de la carne! , ¡oh esplendor ideal¡Oh renuevo de amor, triunfal auroraen la que doblegando a sus pies los dioses y los héroes,la blanca Calpigia y el pequeño Eros cubiertos connieve de las rosaslas mujeres y las flores su bellos pies cerrados!
Versión de L.S.a ella...En el invierno viajaremos en un vagón de tren
con asientos azules.Seremos felices. Habrá un nido de besosoculto en los rincones.Cerrarán sus ojos para no ver los gestosen las últimas sombras,esos monstruos huidizos, multitudes oscurasde demonios y lobos.Y luego en tu mejilla sentirás un rasguño...un beso muy pequeño como una araña suavecorrerá por tu cuello...Y me dirás: «¡búscala!», reclinando tu cara-y tardaremos mucho en hallar esa araña,por demás indiscreta.
A ellaEn el invierno iremos en un vagoncito rosa
con almohadones azules.Estaremos bien. Un nido de besos locos reposaen cada una de las blandas esquinas.
Cerrarás los ojos para no ver a través del cristal
hacer señas las sombras de la noche;esas ariscas monstruosidades, populachode negros lobos y negros demonios.Después sentirás tu mejilla rozada.Un leve beso, como una loca araña,te correrá por el cuello.Y me dirás: «Busca», inclinando la cabeza;y dedicaremos nuestro tiempo a encontrarese animalito que viaja mucho.
Versión de L.S.
http://amediavoz.com/rimbaud.htm#A LA MÚSICA
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