Ayer asistimos a la premier del renacido
Mosaik, un establecimiento de restauración sorprendente por sus mezclas. Es tal
la fusión multisensorial que tiene espacios exteriores que son interiores y
exteriores cubiertos por preciosas jaimas Kuwaitíes, muebles preñados de piedras
semipreciosas, fuentes interiores, plantas, aromas de sándalos, shishas y un
personal muy profesional, creativo y enamorado de su trabajo, que es la manera
de conseguir la excelencia.
Este restaurante cuenta con rincones exóticos para continuar una charla agradable, en terrazas circundadas por árboles y con mobiliario de jardín propio de palacios orientales. En este ambiente hemos asistido al espectáculo gastronómico más sorprendente de los últimos tiempos, se nos ha servido una cena inspirada en la última Cena de Jesús, en honor al momento del año en que nos encontramos.
El equipo de este
establecimiento ha recreado un salón con una mesa con comensales sólo en el
lado de la pared, inspirado en el cuadro de de Leonardo Da Vinci. Todos los
manjares han sido servidos en vajilla de cerámica y barro.
Además, el chef, Rubén Ortiz, ha creado un menú que evocaba a cada momento la tierra, la Oración en el Huerto, la sangre de Cristo, la Corona de espinas, el milagro de los Peces, o “menciones al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Con todo el respeto y admiración por unas creencias religiosas y una manifestación cultural hemos comido pan ácimo con olivada de aceitunas negras al tomillo, una ensalada de sabores extraordinarios y sorprendentes que evocaba el Huerto donde oró el Mesías, caballa en escabeche con salvia y corona de algas nori, un jarrete de cordero al pimentón y la miel, con puré de dátiles, picada de nueces y ciruelas pasas y finalmente un bizcocho borracho de almendras.
Además, el chef, Rubén Ortiz, ha creado un menú que evocaba a cada momento la tierra, la Oración en el Huerto, la sangre de Cristo, la Corona de espinas, el milagro de los Peces, o “menciones al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Con todo el respeto y admiración por unas creencias religiosas y una manifestación cultural hemos comido pan ácimo con olivada de aceitunas negras al tomillo, una ensalada de sabores extraordinarios y sorprendentes que evocaba el Huerto donde oró el Mesías, caballa en escabeche con salvia y corona de algas nori, un jarrete de cordero al pimentón y la miel, con puré de dátiles, picada de nueces y ciruelas pasas y finalmente un bizcocho borracho de almendras.
Ha sido una cena sorprendente y deliciosa,
en la que hemos disfrutado apreciando lo sabores, degustando las texturas, los
contrastes, las explosiones, las presentaciones y la originalidad. El concepto
de unir la cultura propia del momento con la gastronomía ha sido un acierto,
porque de esta manera una comida deliciosa se convierte también en una aventura
gastronómica.
Les recomiendo encarecidamente que vayan y
prueben el menú de Semana Santa y si no pueden ahora, vayan y degusten las exquisiteces
de su carta donde encontrarán un “mosaico” de platos de las más enraizadas
culturas gastronómicas, con platos Tai, marroquíes, japoneses y mediterráneos. Su
Manager Fran Felici los atenderá con un trato refinado y natural, le comentará
el significado de cada plato, lo guiará por el camino del sibaritismo más
mundano, ese que nos eleva como seres a una dimensión superior. Para que se
hagan una idea el menú del que os hablo, que además es abundante, cuesta 50
Euros y os aseguro que merece la pena la experiencia.
El Mosaik, restaurant, lounge, terraza y
bar está en Puerto Banús, en la misma calle de la plaza de toros, en la rotonda
frente a la Sala.
Texto Ana E.Venegas
Fotos José A.Correa
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