Nos ha dejado el pintor de Ubrique Pedro Lobato Hoyos, el mundo del arte, que es todo el pueblo y extramuros, los que lo han conocido, lamentan esta temprana ausencia, este capricho de la vida que nos dio un paisajista genial para arrebatárnoslo en su madurez. Pero, no podemos quedarnos en la tragedia, debemos celebrar su vida y su obra. Sus años de aprendizaje autodidacta, como casi todos los pintores de aquellos tiempos que aprendían por ensayo-error, que el deseo de plasmar y la perspectiva del resultado guiaba la técnica que se iba descubriendo o inventando por mor de la necesidad y de la camaradería con otros inquietos pintores ubriqueños.
Hoy, en plena madurez, con la caja de herramientas completamente pertrechada acaba la producción de Lobato Hoyos, hoy, cuando es reconocido nacional e internacionalmente, debemos alimentarnos de la obra producida, no es poca, más de treinta años de carrera ha dado para mucho.
Tristeza por su desaparición, absoluta alegría porque haya existido, ¡vivan los pintores de Ubrique! Arriba el ánimo, no podemos luchar contra esto, la muerte, forma parte de la vida, centrémonos en lo que nos haga más felices.
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