La colección está compuesta por numerosos retratos,
muchos de gran notoriedad, escenas históricas y costumbristas, objetos
artísticos, relojes, esculturas y estatuillas que nos narran la vida y gestas
de 18 zares, emperadores y emperatrices. En la antigua Real Fábrica de Tabacos
de la ciudad, sede del Museo Ruso de Málaga, podemos revisar la historia de
Iván el Terrible, Catalina la Grande, Nicolás II y otros personajes de la era
Romanov. También es posible medir su influencia a través de sus estrategias,
traiciones, excesos sexuales, torturas, envenenamientos.
La estructura social rusa fue myu
complicada en estos siglos y a través de las escenas y personajes descubriremos
su exigencia, con profundas desigualdades. Queda patente la importancia social,
el poder, de los boyardos, terratenientes amos de sus esclavos de la gleba,
servidumbre que impedía a los campesinos ser libres para marcharse a otras
tierras y que existió hasta el siglo XIX cuando el Zar Alejandro II lo abolió
para que pudiesen migrar a trabajar en la industria. Si uno se implica puede
comprender la existencia de los bandoleros del Volga, plasmados en la obra “Grito
de batalla” de Serguei Ivanov.
En el
camino expositivo encontramos cuadros de gran tamaño como ‘Escarnio del
cadáver’ de Iván Miloslavsky
de 2,25x5,60 metros que dialogan con otros más modestos en su extensión y trama
discursiva. Muchos de ellos tienen un gran mérito técnico, ropajes, joyas,
armas que no obvian un relato, retratos con miradas intencionales, personajes
que muestran su desacuerdo o su suspicacia y que se enmarcan en paisajes rusos
monumentales o campestres de gran carga documental.
Me interesó particularmente una colección
de figurillas de unos 30 centímetros que representa las razas de las que se
compone el pueblo ruso, muy, muy interesante para entenderlos, para sentir la
extensión del territorio ruso y la miscelánea humana que lo forma.
“La
historia de Rusia fue muy dinámica y ni los rusos pudieron entender muy bien
todo lo que les estaba ocurriendo. El dramatismo de las obras puede ser interesante
para el público”, subraya Evgenia
Petrova, directora artística del Museo Ruso, que destaca como obra
interesante la máscara funeraria de Pedro El Grande, ejecutada en bronce, en
1725.
Se trata de una exposición estrella, que se prolongará hasta enero de 2018. Se complementa con la exposición menor “Kandinsky y Rusia” que permanecerá colgada hasta el próximo mes de julio. No es el Kandinsky más conocido por el gran público. Estamos hablando de un artista en proceso de formación, que rompe con la estética predominante en su país, aunque al mismo tiempo se observa la influencia en su obra de las tradiciones rusas. En estos cuadros se descubre la pasión por el arte popular a través de paisajes impresionistas, realistas y expresionistas aunque tiende a la abstracción. En este tiempo el artista convive con la figuración y la pasión por los iconos antes de llegar a convertirse en el creador de la abstracción.
Galería de Fotografías de José A.Correa
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