Esta colección de relatos ha provocado la
tertulia literaria más reñida de la historia de la Asociación de Mujeres
Universitarias de Marbella. Las diferencias entre las emociones evocadas por
esta obra han propiciado un magnífico análisis contemplado desde primas muy
diversos que solo hacen engrandecer el libro, la literatura, el ser humano
diverso y el nivel de las tertulias que se celebran en el Marbella Club.
Desde el primer momento nos dimos cuenta de
que la opinión hacia la obra estaba polarizada. Por un lado, había tertulianas
que apreciaron que el tiempo en la obra era desconcertante y por otra parte era
importante, porque las historias que cuenta, son intervalos de vidas,
consecuencia de momentos que no conocemos y precursores de otros que tampoco,
de hecho la prologuista Elena Medel empieza su discurso con la frase “La
Historia que ahora empieza ya acabó”.
Una de las discusiones mantenidas deviene
de los momentos elegidos por la autora como capturables en este lienzo con
páginas, son todos, hitos poco heroicos, poco ejemplarizantes, despreciables
muchos de ellos, es posible que cotidianos en muchas familias, todos con
especial interés en las actitudes femeninas que muestran mujeres depresivas,
amargadas, consentidoras, dependientes, abandonadas, infelices. Sin olvidar que
las figuras masculinas no quedan nada bien paradas. Los personajes no enamoran
y es difícil identificarse con ellos, aunque todas conocemos momentos o mujeres
que se han comportado así.
Una vez que la obra ha sido planteada de
esta manera, queda posicionarse en la audacia de reconocer a la mujer como
humana, muy humana, con debilidades, falta de respuesta, de reacciones
destructivas, lo que fascinó a algunas socias. O, por otro lado, sentir que
estas féminas son un mal ejemplo, que dan un puñado de argumentos a los que
puedan tener interés en señalar la incapacidad de la mujer, que la lectura es
de gran toxicidad.
¿Qué podemos pensar de esta diatriba si
conocemos la biografía de la Ginzburg?, como bien trajo a colación una socia.
Natalia fue una mujer dura, brusca, hay quien puso sobre el tapete incluso su
sexualidad, por su estética, y porque ella no quería ser tratada como una
mujer, pretendía que la tratasen como un hombre. Esta cuestión le valió no
pocos disgustos en la época.
Elucubrando, ¿no podría ser que la autora,
que vivió momentos de mucha preponderancia masculina, 1916-1991, tuviera el
pensamiento, poco elaborado por otra parte, de que no quería que la tratasen
con condescendencia, con discriminación positiva o lástima? sino como a un
igual, para lo que adelantó el concepto que muchas de las socias de AMUM
compartimos de que la mujer debe tener actitudes y capacidades para llegar por
sus propios méritos a todos los estamentos. Nuestra respuesta es apoyar la
educación de la mujer a través de un programa de becas y la educación
permanente.
¿Es esta obra un catálogo de lo que la
mujer no debe ser si pretendemos que seamos tomadas en serio en la sociedad o
es un catálogo de lo que la sociedad debe admitir como características
femeninas por mor de la diversidad? Algunas socias nos hemos revelado ante la
idea de que la mujer dé esa imagen, no nos ha gustado la idea, no nos sentimos
representadas y nos irritan esas mujeres que “caen en el pozo” como dice la
autora: «Las mujeres tienen la mala costumbre de caer en un pozo de vez en
cuando, de dejarse embargar por una terrible melancolía, ahogarse en ella y
bracear para mantenerse a flote: ese es su verdadero problema... Las mujeres lo
que tienen que hacer es defenderse con uñas y dientes de su malsana costumbre
de caer, porque un ser libre no cae casi nunca en el pozo ni piensa siempre en
sí mismo, sino que se ocupa de todas las cosas importantes y serias que hay en
el mundo y solo se ocupa de sí mismo para esforzarse por ser cada día más
libre. La primera que debe aprender a actuar así soy yo...». Si analizamos este párrafo, parece que este
tipo de actitudes en muchas mujeres le desagradan profundamente a la autora.
Se comentó que las mujeres
del libro buscan ser libre, pero yo, tras un día de reflexión creo que la que
quiere que La Mujer sea libre es la autora, para lo que propone sobreponerse a
esas actitudes de criatura, de las que habló otra socia, la que la mujer ha
aprendido a través de la educación y que en los tiempos de la Ginzburg eran tan
comunes, las de mujer que no soporta vivir, que no sabe vivir sola, que
necesita que la saquen de los pozos, que las conduzcan, que les lleven las
cuentas del banco, que necesitan alguien que las alimente, las proteja, las
dirija, son dependientes, con poco horizonte, lo dicho, como criaturas, tan
criatura que su moral puede ponerse en entredicho, como en la actualidad en la
religión islámica, donde la palabra de una mujer vale la mitad que la de un
hombre, en occidente ha habido reminiscencias de esto hasta hace bien poco.
Alguna socia calificó la obra
de terrible, sí terrible, si vemos la posición que ha tenido la mujer en
nuestra sociedad, la que han aprendido y han transmitido, la que han soportado
sin saber que las cosas no tenían por qué ser así, la autora nos lo dice, la
mujer no debe caer en un pozo, en el pozo de su insignificancia interior, tiene
que ocuparse de cuestiones importantes. Una pena es el rol que muchas jóvenes
está admitiendo de manera voluntaria bajo la creencia de que mostrarse débil,
dependiente es un atributo femenino apreciado por el varón, y puede que hasta
cierto punto sea verdad, por lo menos en ciertos varones. Es una opción, que en
AMUM no contemplamos.
Hubo socias que se sintieron
atraídas por la obra y apreciaron que la autora se ocupara de mujeres que
cuentan la verdad, porque en todas las familias ocurren historias de estas, en
todas las clases sociales, esto podría ser la punta del iceberg de lo que de
verdad esconden estos microcosmos entre las paredes de sus casas, pero esta
colección de relatos les pareció magistral porque desde la emoción muestra los
hechos. El ser humano, no solo la mujer, como se demuestra con los hombres
pusilánimes de los relatos, tiene miedos, problemas, no los gestiona con éxito,
busca escapatorias fáciles, es presa de adicciones y cae en pozos. El problema
de fondo, según alguna tertuliana es la falta de amor, falta amor en el libro,
amor a sí mismas y amor a los demás, quizás con unas cuantas píldoras de amor
las actitudes del ser humano serían más positivas, por esto ha habido
participantes que han sentido empatía, ternura, compasión hacia los personajes.
Una de las cuestiones destacables de la obra es que sugiere mucho
más que cuenta, como decíamos antes, es la punta del iceberg, porque todas
estas mujeres desarrollan las actitudes, las que despliegan en este preciso
momento del relato, en otros momentos que ya pasaron, que no se cuentan y que
nos sugiere e interroga, y nos hace poner el pensamiento a funcionar para
vaticinar qué ocurrió antes para llegar a estas situaciones y qué va a suceder
después como consecuencia de la experiencia que se relata. Algunas socias
matizaron que estas experiencias son las que la vida nos pone en el camino y de
las que aprendemos.
La prosa de Natalia Ginzburg es precisa,
exacta, visual, lo suficiente para crear escenas, para comprender situaciones,
mostrar sensaciones, angustia, irascibilidad, sin digresiones ni florituras,
eso sí, es de una pulcritud y una estética poética que dan gusto disfrutar.
Además, aunque es sencillas, es de una gran densidad y fueron muchas las frases
que las socias extrajeron de su lectura como “la vida empieza cuando no estamos
preparados”, “la familia no acoge, expulsa” o los conceptos como darse cuenta
de la importancia de los momentos cuando ya han pasado.
Uno de los relatos que más ha gustado e
inquietado a la vez es el de “Mi Marido”, porque es una historia conocida por
todos, la de los matrimonios acordados, los que encierran frustraciones de
amores externos a esa unión, sentimientos que provocan traiciones,
infidelidades, humillaciones, infelicidad. En este relato, además, el hombre es
realmente un ser poco memorable, realiza un matrimonio por estatus social, no
es capaz de olvidar a su amante de una clase inferior, hace desgraciada a la
esposa, a la amante y finalmente comete la debilidad de suicidarse, una joya.
Este relato coincide con otros en mantener el engaño y los secretos como algo
humano a la par que fuente de infelicidad.
La discusión nos llevó por el camino de la
Psicología e incluso de la Filosofía, de los comportamientos inconscientes de
los hombres y las mujeres, de su consecuencia en el desarrollo emocional de los
niños que viven estas experiencias familiares y de la necesidad de amor,
protagonista por omisión.
En fin, una tertulia muy constructiva,
llena de aportaciones y puntos de vista que magnificaron una obra hasta para
las que no habían conectado con ella. El próximo mes nos reuniremos el día 19,
como siempre, en el Marbella Club y disfrutaremos de la tertulia que generará “La
Piel del Cielo” de la magistral Elena Poniatowska.
* Por cierto, la portada nos pareció horrorosa
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