EXPOSICIÓN | Obras de los años 80
'Ménage à trois', en Bonn
Una de mis más grandes debilidades, su mundo es tan morboso y yo soy tan cobardica y precavida que nunca viviré lo que ellos vivieron, pero estoy viva y ellos no, en fin la velocidad, las vivencias son buenas para la creatividad, que no para la salud.
Rosalía Sánchez | Berlín
Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y Francesco Clemente fueron considerados los artistas más influyentes de la década de los 80 en Nueva York. Si metemos a estas tres mentes creativas en una cubeta y agitamos hasta que la mezcla cristalice en obras de creación conjunta, obtendremos lo que podemos ver en la exposición que se inaugura mañana en Bonn y que promete ser la estrella de la temporada alemana.
El experimento se le ocurrió al galerista de Warhol, Bruno Bischofsberger, en 1983. Les propuso comenzar a trabajar cada uno en tres pinturas y un dibujo que, apenas hubieran iniciado, deberían pasar a los otros dos para que las completaran. Warhol tenía entonces 55 años y tenía tras de sí una exitosa trayectoria en el Pop-art. Basquiat tenía sólo 23 años y estaba comenzando la que sería una dinámica carrera después de haberse hecho un nombre como grafitero en Manhattan bajo el pseudónimo de SAMO. Clemente, a sus 31 años, procedía de una tradición completanete diferente y fascinaba a los newyorkinos con sus visiones traumáticas de lo erótico y lo espiritual.
El Bundeskunsthalle de Bonn expone ahora ocho de las quince obrasque realizaron conjuntamente en este juego tripartito de suplantación de personalidades artísticas. Además hay numerosas obras que realizaron a dúo y en las que se también aprecia la enorme sensibilidad de cada uno de ellos respecto a la obra de los otros dos, de forma que lo que comenzó siendo un juego terminó teniendo como consecuencia la consagración de influencias de las que no se llegarían a deshacer durante el resto de su obra. Warhol, por ejemplo, fascinado por Basquiat, volvió a pintar con las manos después de 20 años sin utilizar esta técnica.
La comisaria da la exposición, Susanne Kleine, propone un juego al visitante. Se trata de detenerse en las primeras salas de la muestra, en las que se exponen obras individuales de cada uno de los tres artistas, identificar los rasgos de identidad de la obra de cada uno de ellos y tratar de descubrirlas después en las obras de factura conjunta, intentando identificar qué parte de qué cuadro pintó cada uno de ellos. Pero el pasatiempo pude resultar contraproducente porque, al igual que tres amantes enzarzados en los placeres propios y ajenos, el gozo, el deleite y la satisfacción que alcanza la obra conjunta de los tres artistas es susceptible de superar sobradamente la delectación que proporcione cada uno de ellos por separado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario