Un ser se despierta una mañana y su vida ha
cambiado, sus capacidades, sus necesidades, su aspecto. ¿Qué hacen su familia y
sus jefes por él? Dejarlo reventar y sentirse aliviados por ello. Esta tremenda
metáfora, este imposible sufrimiento nos demuestra quienes son las cucarachas
en este mundo, la verdad es que somos casi todos, por lo menos… un tiempo.
Un buen hombre, un buen hijo y hermano se
transforma, como si le hubiera venido una racha de mala suerte o enfermedad, es
parte del simbolismo kafkiano, y descubre que ya no es el ser válido social ni
económicamente que sustentaba a su familia y daba grandes dividendos a su
empresa vendiendo telas de manera concienzuda.
La sociedad repudia su diferencia, sobre
todo su poca productividad, la que le exige una sociedad que valora al hombre
por lo que produce. Lo encierran por monstruoso, por incómodo, lo alimentan escasamente
y no le muestran ni el más mínimo atisbo de ternura o comprensión. El hombre no “válido”
se encuentra solo y marginado. Esos a los que tanto bien les había hecho, en su
hipocresía familiar, encuentran en él a un ser fracasado, impotente, una vergüenza
que esconder, un obstáculo, un incordio, de manera que incluso lo niegan como
familiar o amigo. Empiezan a desconectar la imagen anterior de la actual,
disociándolo, por el bien de sus conciencias.
El día que explota y desaparece es un día
de alivio, se acabó esa presencia que les pudiera hacer reflexionar sobre sus
propias deleznables imperfecciones, esa reflexión que les hubiera llevado a ver
el proceso de deshumanización que han ejecutado sobre el pobre Gregorio Samsa
Magnífica narración, superlativa metáfora, brillante
sensibilidad social, retrato impactante y cainista de la familia y un comienzo terrorífico
hacen de esta “novella” una lectura imprescindible y atemporal. La realidad más
cruda, la muestra el autor junto a sucesos fantásticos, hechos kafkianos, para
poner intensidad en la parte más cruel del humano como grupo frente al
individuo y sus deberes sociales. La narración, en tercera persona, con un
narrador omnisciente nos permite comprender todos los entresijos de cada uno de
los personajes y el guiño de los soliloquios de Gregorio, nos hace sentir con
horror los tremendos pensamientos de ese ser solo, marginado y deshumanizado
por falta de respaldo y comunicación.
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