lunes, 5 de enero de 2015

“Never Let Me Go” de Kazuo Ishiguro

   Esta es una novela de amor y amistad, de personas, de individuos que se desarrollan en una sociedad distópica, un lugar en la Inglaterra de los 90 donde aprenden a vivir unos seres con los días contados, una desgarradora aproximación a protagonistas con un futuro irremediable, sobre todo porque su educación los conduce a la aceptación a la no contemplación de la rebeldía.

    Lo que nos podrían vender como una historia de ciencia ficción no es más que la presentación de la escenografía donde unos seres humanos son utilizados y conducidos a un fin socialmente egoísta. Ishiguro nos muestra un lugar cercano, europeo, en tiempos actuales, con personas a las que describe de forma individual, personajes bien desarrollados, que sienten, que piensan, que son educados, que tienen inquietudes artísticas. Este hecho hace aún más espantoso el descubrimiento de que son clones al servicio de las necesidades de una sociedad poderosa que los mantiene como “repuestos” y que lava sus conciencias con un buen trato y educación.

    La Biotecnología puede ser un arma y como tal depende de las manos en las que caiga. Este libro te hace reflexionar sobre el conflicto moral de la posibilidad de que creemos seres, en este caso personas, pero también animales y los usemos jugando a Dios, sin respeto, ni conciencia, como amos del mundo, con un derecho autoconcedido sobre el planeta y sus habitantes. Este sentir poderoso y egoísta nos prolonga en el tiempo pero no nos hace mejores.

    Esta obra que fue nominada a los Booker, se desarrolla en tres partes. La primera en un internado donde los chicos huérfanos crecen con la conciencia de ser seres especiales destinados a un fin superior, felices con una educación exquisita pero distante, con una atención a la salud excesiva, que te hace sentir que algo tremendo está ocurriendo con ellos. Si el refuerzo positivo no fuese suficiente, además, se encuentran paralizados por el miedo, gracias a las leyendas de horror de los bosques que los circundan. El adoctrinamiento asegurado, la manipulación constante son causa incluso de la mala conciencia de una de las profesoras. Sin embargo, la sociedad acepta este hecho, el autor no explica cómo ocurre, pero es posible que se sientan consolados por la estupenda infancia, la felicidad y la falta de protestas, cerrando los ojos y pensando que significan la aceptación del destino y por tanto el equilibrio social.

    Cuando los chicos son mayores, los llevan a unos “cottages”, casas en el campo, donde continúa su vida idílica hasta que empiezan a quitarles órganos, según las necesidades de “lasociedadpoderosaqueselomerece”. Todos lo aceptan, están destinados para ello, como el que educa un niño para ser agricultor, igual que lo había sido su padre, utilizando las artimañas psicológicas, los refuerzos, positivos y negativos, para que consienta en su obligación. Esta es la segunda parte de la novela y es aún más triste que la anterior, ya que los donantes van perdiendo poco a poco sus órganos hasta llegar al a “completarse”, tremendo eufemismo. El triángulo amoroso que gana Ruth se disuelve, ante el destino que a ellos también les espera.

    Lo que de verdad hace que la novela sea dolorosa, lo que consigue remover la conciencia del lector es que el autor hace un magnífico trabajo con los personajes principales: la pobre Ruth "completa" la primera y Tommy que decide desarrollar obras artísticas en un último intento penoso de retrasar sus siguientes donaciones para retomar el amor con Kathy Las descripciones de sus sentimientos, amistad y amor, experiencias, apreciación de objetos y entornos, nos descubren personas como nosotros, a las que como sociedad usamos y tratamos como ganado, lo que me lleva a reflexionar sobre qué derecho tenemos para tratar así a los animales, por extensión somos capaces de consentir cualquier cosa.

   Es esta, la tercera parte, donde se producen sus donaciones, el colmo del maquiavelismo, Kathy ejerce como cuidadoras de los “donantes”, mientras, su dación de órganos se retrasará, gracias a la posición adquirida. Es por lo que puede contar la historia a sus treinta y un años, a los que difícilmente llegan sus compañeros. Horrible, conseguir prebendas de vida por un trabajo indigno, necesario pero servil y transmisor de resignación.

    Este es un libro muy bien escrito, una historia de personas con un matiz biotecnológico, de ciencia ficción muy cercana, que en realidad pone de relieve los horrores que estamos cometiendo en nuestro mundo jugando a Dios, una advertencia de que de un momento a otro si no llenamos la ciencia de contenido moral y valores podemos encontrarnos con estas situaciones aceptadas socialmente. Por otra parte nos advierte del peligro de la educación anquilosante, “bancaria” como decía Paulo Freire, usando la mente como un recipiente donde meter conocimientos inamovibles, con poca capacidad para resolver por nosotros mismos, para innovar, para evolucionar, para defendernos….

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