Esta es una novela de amor y amistad, de
personas, de individuos que se desarrollan en una sociedad distópica, un lugar
en la Inglaterra de los 90 donde aprenden a vivir unos seres con los días
contados, una desgarradora aproximación a protagonistas con un futuro
irremediable, sobre todo porque su educación los conduce a la aceptación a la
no contemplación de la rebeldía.
Lo que nos podrían vender como una historia
de ciencia ficción no es más que la presentación de la escenografía donde unos
seres humanos son utilizados y conducidos a un fin socialmente egoísta.
Ishiguro nos muestra un lugar cercano, europeo, en tiempos actuales, con
personas a las que describe de forma individual, personajes bien desarrollados,
que sienten, que piensan, que son educados, que tienen inquietudes artísticas.
Este hecho hace aún más espantoso el descubrimiento de que son clones al
servicio de las necesidades de una sociedad poderosa que los mantiene como “repuestos”
y que lava sus conciencias con un buen trato y educación.
La Biotecnología puede ser un arma y como
tal depende de las manos en las que caiga. Este libro te hace reflexionar sobre
el conflicto moral de la posibilidad de que creemos seres, en este caso
personas, pero también animales y los usemos jugando a Dios, sin respeto, ni
conciencia, como amos del mundo, con un derecho autoconcedido sobre el planeta
y sus habitantes. Este sentir poderoso y egoísta nos prolonga en el tiempo pero
no nos hace mejores.
Esta obra que fue nominada a los Booker, se
desarrolla en tres partes. La primera en un internado donde los chicos
huérfanos crecen con la conciencia de ser seres especiales destinados a un fin
superior, felices con una educación exquisita pero distante, con una atención a la salud excesiva, que te hace sentir
que algo tremendo está ocurriendo con ellos. Si el refuerzo positivo no fuese
suficiente, además, se encuentran paralizados por el miedo, gracias a las
leyendas de horror de los bosques que los circundan. El adoctrinamiento asegurado,
la manipulación constante son causa incluso de la mala conciencia de una de las
profesoras. Sin embargo, la sociedad acepta este hecho, el autor no explica
cómo ocurre, pero es posible que se sientan consolados por la estupenda
infancia, la felicidad y la falta de protestas, cerrando los ojos y pensando
que significan la aceptación del destino y por tanto el equilibrio social.
Cuando los chicos son mayores, los llevan a
unos “cottages”, casas en el campo, donde continúa su vida idílica hasta que
empiezan a quitarles órganos, según las necesidades de “lasociedadpoderosaqueselomerece”.
Todos lo aceptan, están destinados para ello, como el que educa un niño para
ser agricultor, igual que lo había sido su padre, utilizando las artimañas
psicológicas, los refuerzos, positivos y negativos, para que consienta en su obligación.
Esta es la segunda parte de la novela y es aún más triste que la anterior, ya
que los donantes van perdiendo poco a poco sus órganos hasta llegar al a “completarse”,
tremendo eufemismo. El triángulo amoroso que gana Ruth se disuelve, ante el destino que a ellos también les espera.
Lo que de verdad hace que la novela sea
dolorosa, lo que consigue remover la conciencia del lector es que el autor hace
un magnífico trabajo con los personajes principales: la pobre Ruth "completa" la primera y Tommy que decide desarrollar obras artísticas en un último intento penoso de retrasar sus siguientes donaciones para retomar el amor con Kathy Las descripciones de sus sentimientos, amistad y amor, experiencias,
apreciación de objetos y entornos, nos descubren personas como nosotros, a las
que como sociedad usamos y tratamos como ganado, lo que me lleva a reflexionar
sobre qué derecho tenemos para tratar así a los animales, por extensión somos
capaces de consentir cualquier cosa.
Es esta, la tercera parte, donde se producen sus donaciones, el colmo del
maquiavelismo, Kathy ejerce como cuidadoras de los “donantes”, mientras, su
dación de órganos se retrasará, gracias a la posición adquirida. Es por lo que puede contar la historia a sus treinta y un años, a los
que difícilmente llegan sus compañeros. Horrible, conseguir prebendas de vida por
un trabajo indigno, necesario pero servil y transmisor de resignación.
Este es un libro muy bien escrito, una
historia de personas con un matiz biotecnológico, de ciencia ficción muy
cercana, que en realidad pone de relieve los horrores que estamos cometiendo en
nuestro mundo jugando a Dios, una advertencia de que de un momento a otro si no
llenamos la ciencia de contenido moral y valores podemos encontrarnos con estas
situaciones aceptadas socialmente. Por otra parte nos advierte del peligro de
la educación anquilosante, “bancaria” como decía Paulo Freire, usando la mente como un recipiente donde meter conocimientos inamovibles, con poca capacidad para
resolver por nosotros mismos, para innovar, para evolucionar, para defendernos….
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