Esta novela del género policíaco de
posibilidad nacional, nos adentra en la difícil vida personal, familiar y
profesional de un protagonista brillante pero fracasado, capaz pero a lo
español, sin “hollywoodiadas”, con todos los defectos humanos, los vicios
humanos pero con la perseverancia de los hombres de bien. Investiga además
sobre las inmigraciones chinas, sus orígenes, sus organizaciones y su
hermetismo. Es una obra sencilla pero bien documentada y con muchos temas sobre
los que reflexionar, aunque algunos sean tan manidos como los problemas para
llevar una familia normal siendo un policía.
Sobrado es un
inspector de policía difícil, un antihéroe, desaliñado, con endebles
habilidades sociales, difícil con sus jefes y compañeros, y una vida familiar yéndose al
traste por su dedicación al trabajo. Es la segunda novela de Rafael Escuredo
donde echa mano de este protagonista, bien construido pero que me recuerda a
Harry el Sucio o cualquier maldito de la filmografía de ese género.
Aparte del
tema de la difícil vida personal del “policía”, en esta historia hay una gran
trama delictiva, relacionada con la venganza y el narcotráfico. Escudero
aprovecha para hacer una fotografía en 3D de la situación de la población china
en España. Sus orígenes, su secretismo, sus propias leyes, sus jerarquías y
mafias.
El ex
presidente de la Junta de Andalucía no desperdicia la ocasión para meter puyas
políticas, de reivindicación social y sobretodo de denuncia de corrupción en
determinados estamentos, no sólo en España, sino que también en el régimen comunista chino.
Para amenizar
estas ideas básicas el autor recurre a muertes rituales, venganza, corrupción,
tráfico de drogas, miembros de la fuerza de seguridad comprados, envidias e incomprensiones
entre los policías, así como a la relación con los hijos, aunque no sean
biológicos y al hartazgo de las parejas de los que ponemos nuestra pasión
constantemente frente a nuestra familia.
En cuanto a la
forma nos encontramos con una narración lineal en el tiempo de un narrador
omnisciente en tercera persona que como golpe de efecto se convierte en primera
persona en los dos últimos capítulos, produciéndose una reflexión personal del inspector de
policía que triunfador pero defectuoso, revisa su vida y sus actitudes. La prosa del autor es limpia y con ciertos toques
de calidad. Destaca el trabajo en la trama, bien desarrollada y con ciertas
sorpresas que están bien gestionados. Es una lectura que se hace sumamente
liviana e interesante.
suena bien
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