La compañía de Teatro Atalaya representó en
Marbella “La Celestina” de Rojas en un montaje minimalista y de estética
moderna que mantuvo a los espectadores atrapados en una conjunción de voces y
movimientos con un tema tan de siempre como el dinero, y cómo encanalla su
propiedad y sus intentos por poseerlo.
Atalaya es más que una compañía, es un
grupo de investigación teatral cuyos efectos se notan en escena, especialmente
en esta producción, una obra clásica que consiguen hacer interesante por más
que se atenga a la historia original.
El director, Ricardo Iniesta ha conseguido
situar la acción en un solo espacio que muta por mor de unos sencillos bancos
de metal que los actores mudan a veces imperceptiblemente y otras como parte pegada
a la acción. De tal modo, con unos simples movimientos conseguimos identificar
la casa de La Celestina o la de Melibea. Un ingenio efectista que se consolida
a través de la luminotecnia y otros simples elementos escénicos como una cuerda
o cintas.
“Celestina, La Tragicomedia” es una coreografía
de movimientos y voces de gran complejidad que los actores realizan a la
perfección en un exigente trabajo de concentración. La Celestina está
interpretada por la veterana Carmen Gallardo, una institución en el mundo del
teatro, ella y Melibea son los únicos actores que tienen un solo papel, los
demás tienen dos y hasta tres que interpretan, cantan, bailan y son tan
definidos que a veces te preguntas como espectador, ¿pero cuántos actores tiene
esta compañía?
En esta representación, el director no ha
escatimado en escenas de carne que nos pueden sorprender, sin embargo, “La
Celestina” fue escrita en un momento de cambio, de atrevimiento, La Edad Media
daba paso al Siglo de Oro y hubo un periodo de rebeldía ante las normas
sociales y religiosas. Esta pieza, atribuida a Fernando de Rojas, hijo de judíos
conversos, fue en sí una revolución, la primera obra del Siglo de Oro y
actualmente, es considerada la segunda más importante de la literatura
española.
La Celestina puede parecer a simple vista
un culebrón, pero en él se tratan temas de gran profundidad, las escalas de
valores, las diferencias de clases, el papel de la mujer, la fuerza, la
importancia invisibilizada, el empleo de pócimas que en manos de hombres serían
medicamentos, la insumisión, el Carpe Diem en contraposición con la resignación
y la esperanza en un mundo mejor. Parece ser que incluso ha estado denostada en
ciertos sectores conservadores por su nihilismo y anarquismo, en mi opinión es
un ejemplo de moralidad que llama a la contención y el orden, no en vano, el
final es trágico, trágico en todos los sentidos, no sé decir si por castigo
divino, que mucho tiempo estuvo muy de moda o por las consecuencias que tiene
un orden amoral centrado en el materialismo y el engaño. El problema es mezclar
estos vicios sociales con la práctica de la sexualidad, no es lo mismo, como
diría el cantante.
A la
salida nos preguntamos en qué idioma cantan, sobre todo al principio, yo me
decantaba por el Ladino ya que se acababa de expulsar o convertir a los judíos,
otros por un idioma inventado, o castellano antiguo, incluso portugués. Estaría
bien que los miembros de la compañía nos lo contaran, la duda me corroe.
Os recomiendo encarecidamente este montaje,
las interpretaciones son muy intensas, sobre todo la de Celestina, el montaje
genial y la obra, de total actualidad, como casi todos los clásicos que merecen
la pena.
Vídeo realizado por la propia compañía con
34 minutos seleccionados de la representación
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