Los que me conocéis sabéis que no hay nada
que me guste más que una experiencia multisensorial y esta aventura nos la
proporcionó ayer el chef Abraham Garrote en su restaurante “La Solana” en
Fuengirola, muy cerca de la estación de autobuses.
Abraham y su esposa Marta son dos
ingenieros amantes de la creatividad gastronómica y etnológica que un día
decidieron hacer realidad el sueño de su vida. Para ello se formaron con los
mejores chefs como Diego del Río, el chef de “El Lago” que cuenta con una
Estrella Michelín; aprendieron el negocio de la restauración y eligieron
complicarse la vida en un proyecto maravilloso que llena todos sus
pensamientos.
Iniciaron su andadura hace dos años en un
restaurante que ahora trasladan al centro estratégico de Fuengirola, en la
Calle Ramón y Cajal nº 22. Es un espacio neutro, con maderas claras y grandes
ventanales que propicia la calma perfecta para una experiencia de los sentidos.
En esta casa se cuida al detalle cada
imput, los colores, los olores, los temas, los conceptos, las composiciones y las
texturas. Nos hemos podido maravillar ante planteamientos en los que se
fusionan culturas a través de sus materias primas, llevando lo mejor de la
globalización a nuestros ojos, olfatos y papilas gustativas; como muestra,
basta la creación de su rollito vietnamita de Sisho con quisquillas de Motril,
carpacccio de rabanitos y caviar cítrico.
Por otra parte, el cuidado en respetar al
máximo las formas naturales, mientras se conserva o se agudiza el sabor, es un
logro conseguido en sus vieiras cocinadas por largo tiempo a cincuenta grados o
en su presa ibérica de la huerta que más bien podría llamarse en pleno huerto
por su presentación, ya que un suelo de chirivía coloreado con tinta de calamar
sirve de base a verduritas baby al dente y a una porción de carne en su
absoluto punto de delicia.
El Especial Foi, es una creación para tomar
a ciegas, yo vendaría los ojos del cliente para hacerle disfrutar de esos
boletus intensificados con chantarelas en una salsa con foi surcando los mares
de una espuma de setas, es imposible quedar impasible ante estas sensaciones.
De igual manera la fusión de cocinas
orientales y europeas tienen un lugar sobresaliente en la ventresca confitada
con Teriyaki y fondo de codorniz sobre tupinabo, un tubérculo exquisito con un
elegante sabor a alcachofas. Este plato fue votados por la mayoría como el
mejor de todos y es que la ventresca de atún, ya de por sí pérfidamente
maravillosa, se cocina en casa de Anbraham y Marta a muy baja temperatura por casi
una hora, ¿se pueden imaginar qué textura de paté tiene semejante bocado?
No puedo dejar de mencinar el arte en la
copa que llega a “La Solana” de parte de las Bodegas navarras Fernández Arcaya,
de la familia de Marta. Maravillosos blancos, afrutados claretes y consistentes
y aromáticos tintos que son obtenidos artesanalmente en una producción reducida
y cuidada. Aquí, el arte etnológico consigue los mejores colores, olores y
sabores.
En fin, si pueden no se lo pierdan, estos
artistas gastronómicos no les defraudarán y le proporcionarán sensaciones de
las que le h acen a uno comprenderse vivo. Además no crean que es de esos
restaurantes que no están al alcance de la mayoría, sus precios-calidad son
muy, muy interesantes.
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