

Ayer, en la atardecida, se reunieron los bardos y bardas confluentes en esta ciudad de Marbella, para articular entre tintos y blancos palabras llenas de música emulsionadas como la bechamel croquetera de Martina, ritmos insinuantes que a veces rozaban otros comeres y otros beberes, no los propios de las tabernas.

Y así con ese espíritu de júbilo versero nuestros poetas más mundanos que urbanos nos dejaron unas brillantes odas a los caldos, los platos, los humos y a los cuerpos que los sustentan.

Las comidas en casa de Andrés Baena son un poco especiadas, con cantidad de lácteos, y de grititos de sustito, ay! Mirem qué timidez más provocadora. Luego la performance rimada en latín con los aforismos escritos en las tortas de Inés Rosales me ganaron por siempre jamás, a sus pies señor Emperador del Morcón.
José Miguel Molero reunió la filosofía con los manjares, la solidaridad con la protesta y todo lo hizo con esa voz que aunque no dijera nada yo escucharía embobada. Paco Roldán se ciñó al guión, y nos puso la mesa y nos llenó las copas con manjares propios de esta tierra, me gustó especialmente la primera de sus obras y me dió mucha, mucha hambre. Menos mal que empezaron a subir las mini hamburguesas de buey.


Texto Ana E.Venegas
Fotos de Rosa Hidal y Miguelón
Vídeo: José A.Correa
Evocador comentario de esta mujer cuya sonrisa y calidez es mas efectiva que el Prozac, el Trankimazin y el buen wiski escoces juntos. Me gusta verte por las calles, los antros y los restaurantes. GRACIAS ANITA POR TU REGALOS.
ResponderEliminar