Ayer
se inauguró el Festival Marpoética 2018 con una introducción del alma máter del
proyecto, la Delegada de Enseñanza y Cultura Carmen Díaz que ha recuperado en
menos de un año la posición de referente cultural en materia de letras y artes del
que se hace eco la prensa nacional:
Esta
Marpoética 2018 se ha inicidado con una
conversación de los intelectuales poetas Joaquín Pérez Azaústre y Antonio Lucas
con el eje: “50 años de la Generación del 68, los Novísimos y su estela”. Que
os reproduzco a continuación gracias a la colaboración de Mike Pinter y Rosalba
Lagunes y que tuvo lugar en el Hospital Real de la Misericordia, donde
finalizaron el encuentro con una lectura de poemas propios:
Finalmente, nos trasladamos hasta el Teatro
Ciudad de Marbella donde tuvo lugar algo que no se puede considerar concierto.
Fue una performance de un gran entendido de la música, del flamenco, de la
poesía, y las artes, con una gran voz y un magnífico compás que decidió romper lo aprendido, como haría Picasso con su
maestría pictórica para provocar, subvertir, cabrear, obligar a muchas personas
a abandonar su asiento y a otras a aguantar hasta el final por diversos motivos
entre los que se encuentra el espíritu aventurero, la curiosidad intelectual o la
conformidad con todo lo que Dios nos dé.
A mí no me supuso ningún esfuerzo
comprender la ruptura de las estructuras del flamenco, ni el tratamiento
aullídico de la obra de Lorca, ni siquiera el tan manido y fácil ataque a las
manifestaciones religiosas, católicas por supuesto, tampoco el ver a un señor en calzoncillos en el escenario, no tengo
ningún problema con la desnudez ni con la subversión del lugar apropiado según el protocolo, a mí me hizo levantarme del
asiento el que ya lo había entendido y después de más de una hora de momentos
de haberme tapado incluso los oídos y de haberme dado a la hilaridad más
descontrolada, decidí que no me apetecía seguir escuchando a un señor que ya no
me aportaba nada nuevo por lo que fui a comerme un kebab porque el día es muy
largo y estaba muerta de hambre.
Eso
sí, me hizo plantearme si cuando la gente aplaudía él fracasaba, pues
lógicamente lo que hacía no era para que gustara, era para estimular una
respuesta diferente. Me gustó muchísimo el desasosiego y las emociones que me
provocaba y ver cómo muchas personas se enfadaban por lo que el artista hacía
con el flamenco y otras bases espirituales, culturales e ideológicos.
Al final, no sé si el Niño de Elche triunfó
o no, la verdad es que tampoco se fue tanta gente y en mi opinión eso lo
defraudó. Por la parte que le toca a la Delegación de Cultura les felicito, no
se ha traído a esta ciudad nada más osado, ni contemporáneo. Os dejo alguna de El Niño de Elche:
Hola,
ResponderEliminarEl vídeo no se puede ver.
Gracias
Un saludo