Este fin de semanas hemos visitado
nuevamente el CAC, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga. Ha sido un gran
acierto poder disfrutar de los últimos días de la muestra del genial Shepard
Fairey. Un derroche de obras que abarrotaban de forma barroca las paredes del
museo. También hemos podido sentirnos sobrecogidos por el aquelarre en altura
de las doce esculturas de Ai Wei Wei y los grandes formatos de D*Face. Siempre es un aliciente emocional e
intelectual visitar el CAC y no comprendemos cómo Fernando Francés, su
director, hace para que no decaiga ni la calidad ni la emoción.
Las ubicaciones donde habitualmente están
las exposiciones temporales del CAC están vaciándose en estos momentos para
albergar otra muestra. Pero con la sensación de haber apurado los últimos
momentos de un gran acontecimiento, me regodeo en el recuerdo del impacto de la
gran producción del creador de Obey, un joven diseñador gráfico, comprometido
crítico, formado técnicamente, trabajador muy productivo y artista urbano. A
Málaga ha traído muchas de sus obras inspiradas en carteles políticos y álbumes
de música con la estética propia de los sesenta. Retratos de rockeros,
escritores, boxeadores y artista en general de los que se alimenta por su
temática y su estética, Warhol está presente en el CAC.
Las obras mezclan técnicas, la serigrafía,
las plantillas, los pigmentos, sobre papel, lienzo… Sus colores puros y bien
marginados no desprecian un fondo lleno de matices. Estas maneras influidas por
las artes gráficas sólo hacen dar mayor expresión a sus carteles políticos, con
los que nos invita a no obedecer y tener sentido crítico con respecto a los eslóganes
que nos proporcionan con una aparente inocencia colorista. Como siempre, un
espectáculo conmovedor.
Muy interesante es la obra de D*Face que ocupa un espacio natural de los artistas de proximidad en en Centro. Treinta y nueve obras del artista que en muchos aspectos recuerdan al Pop de Lichtenstein y que se complementa especialmente bien con Fairey, sobre todo por sus técnicas y su temática comprometida.
Texto de Ana E.Venegas
Fotografía de José A.Correa
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