martes, 8 de septiembre de 2015

"Intemperie" de Jesús Carrasco

    Un lugar sin ubicación en un tiempo que se supone pasado es el escenario para las vicisitudes de un niño y un anciano cercados por la violencia y las calamidades de la vida rural, es la intemperie. “El horror, el horror…” como escribió Joseph Conrad, no es necesario bajar a los infiernos ni adentrarse en el Congo, está aquí.  

    Esta durísima novela produce un efecto “abducidor” a pesar de describir un paisaje y unas formas de vida cercanas en el tiempo pero que el español quiere olvidar. La prosa es tan rica en descripciones que se puede sentir el polvo y la tirantez que provoca en la piel. Los hechos que describe son tan deshumanizados que  podría inclinarnos a pensar que nos son ajenos, sin embargo, las miserias del hombre, la suciedad, las medidas que toma cuando está acorralado nos duelen, porque esas personas somos nosotros en situaciones extremas.

    Este es un trabajo sobre la maldad, la autoridad patológica, la paternidad deshumanizada, los vicios sobre los inocentes, la dureza del campo, la búsqueda del agua como principio de la vida y que nosotros hemos olvidado por coexistente. Pero también es una historia de supervivencia, de fidelidad, de solidaridad y entrega. Es de un dolor tan inmenso como el sentido al leer la Familia de Pascual Duarte de Cela, con una prosa tan encadenada como la de Diario de un Cazador de Delibes.

    Los personajes son hirientes, especialmente el tullido, podrido por dentro por su condición exterior y la dureza de una vida arrastrada y solitaria. El niño es un recluta de la violencia, un aprendiz de injusticia y dolor. Sólo queda la esperanza de que la semilla del anciano haya prendido en él.

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